No lo van a entender pero después de estos tres días sin vivir, vivir se me hace pesado. Llorar se me vuelve un lastre, y volar es lo unico que se me antoja liviano.

Cuál pájaro incendiado, en nubes de hilo cosidas, mullidas, sin estrenar, era volar o solo saltar y rebotar como cuando vivía en paz, o todo ardía.

Pero ahora se me antoja lejano, un mito más que realidad, el oasis o un espejismo de mi mente, su remanso de paz, pues ahogándome ahí fuera, dos realidades. La fatalidad de mis actos, mi indiferencia a sus resultados.

Pero yo aquella noche pedí volar, pájaro encerrado que, a sabiendas de que el tornado viene a destruir y borrar, virus informatico, yo, antorcha de la libertad. Estado de opresión, miedo, él, bomba nuclear. Y los vientos huracanados hicieron su función al yo salir de mi prisión sin puertas ni ventanas. Amortajaron a mi paz, la extinguieron en algún lugar para que yo no la pudiese encontrar. Más sin saber que, el ser humano no se mueve solo por paz, amor y todas esas vainas, también por odio, rabia, y en mi caso, astio de la supresión acontecida, me dispuse a luchar.

Y como ya he dicho antes, estaba en llamas, llamas de luz, fuerza indiscutible de mi alma, vivir, sentir, atrapar a lo que se escapa. Y extinguirlo.

Aquí solo puede vivir uno, no convivir.
Y me llamo Yo.

Comentarios